Pequeños hitos en la vida de un aspirante a escritor

El día que comienzas a escribir la novela

No tengo ni idea del día que empecé a escribir Más allá de la Luz. Así que supongo que fue un día cualquiera. Sí recuerdo el año, 2011.

Todavía no tenía un portátil pequeño y malo para mí solita, con lo que me  peleaba por el ordenador familiar. Qué apasionante deporte, ahora olvidado.  Se parecía a la lucha por el mando de la televisión, cada uno estirando de un lado y los canales cambiándose constantemente…

Confieso que ganaba pocas veces. Menudo cargo de conciencia si al día siguiente el niño no llevaba hechos los deberes. Explícale tú a un crío que no puede consultar la Wikipedia porque estás escribiendo una novela. ¿Qué estás haciendo qué,  mamá?

La verdad es que podría mirar la fecha  de creación del archivo de word, pero me parece poco literario. Empezamos mal con esto de los hitos.

El día que terminas tu novela

De ese fecha tampoco me acordaba, pero esta vez ha habido suerte, porque lo anoté, hasta la hora:

“Terminado en Teruel, a las 19,18 de una estupenda tarde del 6 de octubre de 2012”.

Así concluí mi novela. Sonriendo como estoy haciendo ahora.

La primera vez que lees tu novela

La dejé reposar, como el arroz en la paella. Se me pasó un poco, más o menos dos meses.

Confieso que me gustó. ¡Menudo alivio!  Incluso me sorprendió, ¿eso lo había escrito yo?

 El día que comienzas a corregir tu novela

De ese momento, ni me acuerdo ni quiero acordarme. Qué espanto. Leerse veinte veces la misma historia, buscando la palabra repetida, la expresión equivocada, el fragmento que hace perder el ritmo y es necesario suprimir.

A ratos sueltos, se me fue otro año, pero podría haber durado una vida entera. No existe el día en que terminas de corregir tu novela.

El día en que decides mandar tu novela a una editorial.

Yo hice una única apuesta. Me costó decidirme casi otro año. Menuda caguetas.

Pero oí hablar de una editorial, humilde, aragonesa, que publicaba para divulgar  la historia y promover la buena literatura. Por amor al arte. Y decidí que era la mía.

Estuve una tarde entera redactando el correo electrónico. Cinco horas. Para once líneas.

Les anexé un capítulo de la novela.

Me contestó el editor, Manuel Baile, casi a vuelta de correo, pidiéndome el manuscrito, y algo de paciencia. Sólo por contestarme, este hombre ya marcó la diferencia.

La noche en que recibes una llamada de esa editorial.

De pronto, pasadas las nueve, suena tu móvil. Es un número desconocido. ¿Qué es lo que piensas?  Otra vez los de Movistar. Y lo normal es no contestar o decirles que no te interesa ninguna oferta.

Menos mal que fui civilizada. Llamaban de la editorial Comuniter, era Aurelio Esteban.  Me entró la risa floja, se debió de pensar que era tonta.

Me dijo que le había gustado mucho mi novela.  Que estaba bien escrita, y enganchaba a la primera. Que la habían seleccionado para su nueva colección de narrativa. No tenía nada que modificar, les había encantado tal como era.

Menudo momentazo.

Igual le pillé borracho aquella noche, o por lo menos, despistado. Pero esa conversación es verídica. Y aunque me estampe, eso que me queda.

El día que tienes a tu criatura en las manos.

Pues aún no ha llegado tan importante fecha, se me está retrasando el parto. Estarán los quirófanos ocupados.

Y ya sabéis lo que es esto. Cuando sales de cuentas… Nervios por todos lados.

Como soñar es gratis, yo ya me había imaginado en el stand de la feria del libro el 23 de abril, preparada para firmar ejemplares, viendo la  fila de lectores… en el puesto de al lado. Bueno, espero que mi madre se hubiera quedado un buen rato haciendo bulto, sirviendo de gancho.

Ya os iré contando.

 

 

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Cómo preparar una novela

No encuentro nada parecido a “1080 recetas de cocina” en versión escritor novel. Y a mí no me vendría nada mal. Tendré que apañarme con esto:

1.-  Consumir alimentos de calidad

Como el jamón de Teruel, y el ternasco de Aragón, pero con letras. Dicen que somos lo que comemos. Y yo creo que escribimos como leemos.

Siempre hay tiempo para leer. Lo mejor es hacerlo en el sofá después de cenar, con la tripica llena, para hacer la digestión antes de ir a dormir, y la televisión bien alta con la serie o el concurso que toque. Quién ha dicho que esto de leer sea excluyente. Bueno sí, en el tren Zaragoza –Valencia es mejor que no lo intentes. Tienes que agarrarte con las dos manos al asiento (aunque viajes a 40 kilómetros por hora), y entonces no puedes sujetar el libro y con  los botes que da el tren se te cae.

2.- Aprender de la cocina casera.

No hace falta ir a ningún restaurante con estrellas Michelin para encontrar las mejores recetas. Los mejores garbanzos son los de mi suegra.

Y las mejores anécdotas, expresiones, caracteres y curiosidades, están a la vuelta de la esquina, esperando a que las mires y escuches. Todo el mundo es interesante, y todos tenemos una historia que contar o que ocultar. Al fin y al cabo, la realidad siempre es más increíble que la ficción, y es la mejor fuente de inspiración.

3.- Conocer tus electrodomésticos.

Es como cuando estás en una cocina ajena, que nunca encuentras nada, no te aclaras con los fuegos, y tardan un montón en subir las rayas de la olla exprés y se te socarra la ternera. Hay que conocer lo mejor posible el lugar dónde vas a hacer la comida si quieres que te salga rico.

Escribiendo es lo mismo, tienes que conocer lo mejor posible el contexto en el que se desarrolla tu historia si quieres que alguien la digiera. Documentarte.

Igual luego, aún teniendo cuatro fuegos, y cincuenta cacerolas, acabas utilizando el microondas, pero seguro que de algo te habrá servido tener una buena cocina, aunque solo sea para darle envidia a la vecina.

4.- Disfrutar comiendo.

No se trata de comer para alimentarse sino de saborear cada uno de los guisos, disfrutarlos. Que hasta una sencilla ensalada sea una fiesta.

Que escribir sea un placer (aunque a veces sea un tormento). Que te enganche. Que te haga libre. Que te haga ser tú. Que tengas un vacío en el estómago y te entre flojera si no puedes hacerlo.

En realidad, es lo único imprescindible.

Siempre he creído que sólo puedes ser bueno en aquello que te hace feliz cuando lo realizas. Yo no sé si seré buena escribiendo, pero eso que me llevo por delante.

Buen provecho.

No sé si la gente da las gracias por esto, pero yo quiero hacerlo.

Nunca hubiera imaginado la cantidad de visitas que ha tenido el blog en su nacimiento.

Y sólo puedo deciros GRACIAS.

Gracias por entrar, y darme una oportunidad. Gracias por pasarlo a vuestros contactos, por colgarlo en facebook, por contarlo.

Y gracias por esos primeros comentarios, y por todas las cosas buenas que habéis dicho fuera del blog.

Otro día seguiré con mis historias, hoy sólo puedo deciros gracias.

Nos vemos.

¿Qué haces si una de las cosas que más te gustan en la vida es escribir y no tienes tiempo?

¿Volverte loca, estresarte, dormir menos? ¿Aún menos? Nooooo.

Yo he encontrado un método, personal pero no intransferible. Os lo comento, por si os sirve, gracias a él yo he conseguido escribir mi novela.

1.- SOÑAR DESPIERTO.-

Es decir, imaginar los personajes, situaciones, conflictos etc… mientras empujas el carrito en Mercadona, conduces al trabajo, o pasas la mopa por el salón.

No es ninguna tontería, cuando estás inmersa en tu novela, te cuesta desconectar, estás más en tu otro mundo que en el real, y si tienes que abandonarlo porque desgraciadamente tienes que comer, trabajar o limpiar, aunque tu cuerpo esté haciendo otra cosa, tus neuronas seguirán tecleando sin ordenador.

Eso sí, es peligroso. Cuando llegues a casa, comprobarás que has comprado bolsas de basura para comunidades, dos gambas para comer toda la familia (entenderás por qué se te reía la  pescadera) y una bandeja de ternera que caduca al día siguiente, para la comida que querías hacer pasado mañana. Eso sin contar la de veces que te pasarás de largo de tu lugar de trabajo, y llegarás tarde, porque luego no encontrarás sitio para aparcar.

2.- ORDENADOR PEQUEÑO Y MALO – BOLSO GRANDE Y FUERTE.

Cómprate el portátil más pequeño que encuentres. Venden gafas en las farmacias muy baratas para que puedas ver algo. Lo importante es que te quepa en el bolso. Hay un montón de tiempos muertos que desperdiciamos esperando. Yo me convertí en especialista en escribir mientras esperaba que mis hijos salieran de las extraescolares. “Jo mamá, no ha sido mi culpa, es que el entrenador nos ha enredado”. Y tú rabiando porque no hubieran tardado diez minutos más para terminar la escena…

Además, si tienes familia, el ordenador tiene que ser malo, para que nadie en casa lo quiera usar, que ni siquiera sirva para los trabajos escolares.

3.- NO DESESPERAR NUNCA.-

No pasa nada si hace dos semanas que no has podido escribir una línea y ya ni te acuerdas de por dónde ibas, incluso te has olvidado del nombre de tus personajes. Son cosas normales. Cuando por fin lo puedas retomar, tendrás tantas ganas acumuladas, disfrutarás tanto, que la espera habrá merecido la pena. Ya sabes, calidad antes que cantidad, y por encima del tiempo.

4.- DOMESTICAR A TU PAREJA.-

Anímale a ser un hombre de sofá y tele, pero eso sí,  regálale unos cascos inalámbricos para ver el fútbol, o para que ronque la película del sábado por la tarde.

Engánchalo a la cocina, alaba todo lo que haga, aunque esté vomitivo, sin que se dé cuenta de que le haces la pelota. Hazle sentir el mejor cocinero, consigue que tus hijos si los tienes también lo crean, que le pidan que cocine él, que lo hace mejor que mamá… Ganarás un tiempo precioso, además de conseguir algo más de igualdad.

¡Bienvenidos al blog escribiendo sin tiempo!

Me he metido en este lío, sin saber muy bien lo que estoy haciendo, pero sí por qué lo estoy haciendo: me gusta escribir y contar historias. He conseguido terminar una novela, “Más allá de la Luz “, (lo que no sé si es un gran mérito, pero sí mucho trabajo), y aunque parezca increíble, ¡una editorial ha querido publicarla! ¡A la primera!

He leído en las páginas de apoyo a escritores de internet que no puedes publicar una novela sin tener un blog. Que es imprescindible para que el lector te conozca, para que el mundo sepa de ti y de tu obra.

Confieso que no soy una culturillas, por más que lea, luego no me acuerdo de nada, tengo memoria de pez. Por eso no se me ocurría qué información interesante podría aportar a éste blog, para que fuera algo más que una herramienta publicitaria.

Y me he dado cuenta, de que hay algo que sí puedo compartir con vosotros, y es el hecho de estar cumpliendo un sueño, con todos los problemas y vicisitudes del camino. Porque todos tenemos sueños, y la mayoría los tenemos abandonados, por imposibles, porque el presente y sus necesidades ineludibles nos impiden perseguirlos. Y vemos que los años van pasando, y dejamos que la rutina rija nuestros destinos. Y nos olvidamos de aquello con lo que soñábamos cuando todo eran ilusiones y teníamos la vida entera por delante. Y hasta perdemos esa chispa que nos hacía especiales.

Pero yo he comprobado, que cuando recuperas tus sueños, tienes claro tu objetivo, y te encaminas a él, estás creando la posibilidad de que se cumplan. Y entonces, eres imparable. Aunque sólo sea durante unos instantes, aquellos en los que luchas por hacer realidad lo que sólo fueron ilusiones.

Así que ésta es la historia de un sueño, de mi sueño. Y para hacerlo realidad, no hay hadas madrinas ni varitas mágicas. Pero sí Hadas aragonesas, de las de mi tierra, de las que de verdad existieron.

Nos vemos.