Han pasado bastantes días desde la presentación de “Más allá de la Luz” en Zaragoza, y aún no os he contado nada. No es porque fuera mal, al contrario, fue estupendo. Volvimos a llenar, esta vez el hall del Teatro Principal, de conocidos y desconocidos, de ilusión y reencuentros.
Si no os lo he contado hasta ahora es porque tengo la sensación de que haciéndolo cierro una etapa increíble y no quiero que termine.
¿Sabéis la intensidad con la que he vivido hasta el mínimo detalle del proceso? Lo que he sufrido y lo bien que me lo he pasado. Mi desesperación cuando he visto que las cosas no se hacían como a mí me hubiera gustado y mi alegría al conseguir que se tuviera en cuenta mi criterio.
Todo lo que he descubierto y aprendido. Un mundo nuevo. Gente estupenda que he conocido y que ha sido un regalo para mí. Hadas de carne y hueso que me han apoyado en cada paso que he dado, peleando y planificando conmigo. Cercanía, cariño, interés, estímulo… Tantas cosas buenas he recibido. Es tan grande la recompensa que he tenido…
Yo no pedía nada, sólo quería volcarme en conseguir un sueño. Y he descubierto que cuando sacas tu mejor yo, recibes también lo mejor de cada uno de los demás. Porque igual que el desánimo y el pesimismo se contagian, también la ilusión y la alegría se transmiten, y con más fuerza que un virus.
No os digo que esta aventura esté siendo fácil, tampoco lo es la vida, la de nadie. Pero sé que soy afortunada por todo lo que ha pasado. Y también por la capacidad que tengo de disfrutarlo, de ser consciente del momento en que vivo, de saborearlo y valorarlo en el instante en el que está pasando. Y de conservarlo en mi memoria.
“Más allá de la Luz” no es ni será un best seller. Es un inicio. Pero a mí me llena la acogida y las buenas críticas que está teniendo. El que se identifiquen con los personajes y me digan lo mal que les cae Patricia o “pobrecico Eusebio”, que han vuelto a su infancia, que se han enganchado y no lo podían dejar, o que tenía que ser más largo y a ver si escribo pronto la segunda parte…
Estoy abriendo puertas. Preparando el camino para lo que vendrá. No dejaré de luchar por mis sueños. Por escribir, superando al tiempo. Por transmitir ilusión en este mundo tan necesitado de ella. Y aunque hasta ahora no os lo he dicho, por defender a mi manera aquello en lo que creo. Y yo creo en la fuerza del aparentemente más débil, del que es bueno y tolerante y se aprovechan de él y lo marginan o maltratan, del que no es popular ni poderoso. De aquellos que por la inseguridad de sentirse diferentes no han descubierto todavía el tesoro que llevan dentro. Y que con un poquito de impulso, de ánimo y confianza, pueden creer en sí mismos, y ser la luz que nos hace mejorar el rumbo.
Va por ellos.