Mi caja de cartón reutilizada ya no está en el mueblecito de la entrada, ese en el que dejábamos las llaves al entrar en casa y en el que ahora abandonamos la mascarilla.
Se ha auto desplazado hasta la mesa del salón. Eso, o alguien, a mis espaldas, la ha llevado hasta allí. El caso es que mi caja me está pidiendo que la abra.
La he estado examinando antes de tocarla. No es cuadrada, solo lo son dos de sus caras. ¿Cómo se puede mirar tantas veces una cosa y no ver nada?
Me siento como El Principito con su flor… tengo que cuidar de Mi Caja.
Me he atrevido a rozarla. Es más suave de lo que imaginaba. Me he lanzado a recorrerla con las manos, a palparla. Mi caja tiene cicatrices, tiene arrugas. Tiene la piel despellejada. Ha vivido. Tiene historia. Me gusta eso de mi caja. Me hace sentir que sabe lo que pasa.
Armándome de valor, he levantado Mi Caja. Despacito, para no asustarla ni desvencijarla, no está sellada. Mi Caja pesa más de lo que esperaba. Eso es un poco absurdo, en realidad, no esperaba nada.
Pero quiero saberlo todo de Mi Caja, así que he decidido pesarla.
He ido al baño, la he colocado sobre la báscula. Seis kilos. Exactos. Ni un gramo que la desequilibrara. No os miento. Una foto de mi móvil es testigo de su hazaña.
He ido al baño, la he colocado sobre la báscula. Seis kilos. Exactos. Ni un gramo que la desequilibrara. No os miento. Una foto de mi móvil es testigo de su hazaña.
Me he quedado asombrada por la perfección de Mi Caja.
Mi Caja me supera. Me doy cuenta de que me engaña. O quizás sean mis sentidos los que me fallan. Al cogerla he pensado que igual no son dos de sus caras cuadradas. Tendré que medirla. No tengo regla. Mis manos servirán para evaluarla. Tiene un palmo de alto. No llegan a dos palmos el largo de sus caras. Y el ancho… Mi caja es más ancha que alta, solo tres dedos, pero no tiene dos caras cuadradas.
Mi Caja es más lista que yo. Según como se pone, te hace parecer que es cuadrada. Te hace pensar cosas que son falsas. Estoy empezando a sentir admiración por Mi Caja.
Esta noche pensaré. Y soñaré con Mi Caja. Con el porqué de sus formas, de su peso, de sus trazas.
Y mañana, cuando las dos hayamos descansado, mañana, abriré Mi Caja.
Nos vemos.