Un instante mágico

A veces la vida se mide en momentos, buenos o malos, pero intensos, en los que el tiempo se detiene y nos regala unos segundos congelados, que no olvidamos con los años.

Pueden ser  acontecimientos importantes, como ver el primer aliento de un hijo, o tan simples como una noche que descubriste que el cielo tenía estrellas, o alguien te dio un abrazo inesperado. También pueden ser desagradables, si no olvidas a ese amigo que por la calle te volvió la cara, o cuando por nervios diste una contestación mala.

Todo suma o resta, de esa cuenta que nos hace más o menos felices.

Yo hoy he sumado.

He vivido un instante mágico. Igual os parece ridículo, para mí como “escritora” ha sido impresionante. He entrado en Teruel a una librería… y he visto por primera vez  “Más allá de la Luz”. En el mostrador, al lado de la caja.

¿Cómo os lo explicaría? He  sentido un pinchazo en el pecho, una especie de angustia, pero bonita. Y he acabado con agujetas en la cara de tanta sonrisa.

20150508_110025Me he liado a hacer fotos desde todos los ángulos, mientras una clienta alucinaba, pensando que me iba de la bola.

Estoy contenta de que me haya impactado, de no necesitar mil aplausos para obtener buenos segundos congelados. Porque momentos como estos son los que te sirven de impulso y de ánimo. Te sirven de borrador de los momentos malos. Y hacen que disfrutes de la aventura en la que te has embarcado.

Dentro de poco, será la presentación  en Teruel de “Más allá de la Luz”. Este próximo jueves día 14 de mayo, en la librería Senda. A las 20,00 horas. Confieso que estoy nerviosa. Pero sé que voy a estar muy bien acompañada y respaldada. No será cuestión de números,  sino de lo que importa, de todo el cariño y apoyo que en este camino he ido encontrando.

Nos vemos.IMG-20150508-WA0007

Anuncio publicitario

Lo que es y lo que no es

Vamos a jugar a lo que es y lo que no es. Me refiero a la novela “Más allá de la Luz”.

Es una novela de aventuras.

Os adelanto la contraportada:

Dragones y bestias, seres mitológicos que pueblan nuestras leyendas, pero también las iglesias y monasterios de toda Europa… ¿Fueron producto de la imaginación de millones de personas o realmente existieron? Y si lo hicieron, ¿por qué y cómo desaparecieron? O quizás…

 Cuatro alumnos hallarán la respuesta en una trepidante aventura que se inicia en una excursión escolar al monasterio de San Juan de la Peña. Amistad, valor, tolerancia… sentimientos que cobrarán fuerza y les ayudarán a sobrevivir en un peligroso camino,  superando sus miedos y descubriendo lo mejor de sí mismos.”

Y como habéis visto, le hace guiños al género fantástico.

No es un cuento de hadas, aunque podría haber alguna.

Para mí el reto ha sido tratar de hacer creíble lo increíble, conectarlo con la realidad, por eso no es una novela de fantasía al uso.

Es una historia «posible», entre comillas, ya os he dicho que hablamos de fantasía.

Porque se inicia y desarrolla en un lugar real, el Monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca,  y su universo se sitúa en nuestro mundo, y no en uno alternativo o en otra dimensión. Porque sus protagonistas, Mónica, Patricia, Blanca y Eusebio, son niños normales, de carne y hueso, y son héroes con defectos. Porque trata de buscar una explicación  posible (siempre dentro del terreno de la imaginación) a la desaparición de los seres de leyenda.

 No es un pozo de sabiduría

No se trata de una excusa para divagar sobre el destino del hombre, del mundo, y sus criaturas. Solamente ficción y aventuras.

 Pero tiene fondo

Porque a veces no sabemos quiénes son las bestias, y quiénes los humanos. Porque no sabemos con certeza dónde acaba la memoria y dónde empieza la fantasía. Porque tenemos un pasado del que aprender, pero que se ha de superar y mejorar. Porque las relaciones humanas no son sencillas, y menos para los niños y los jóvenes. Porque dentro de todos siempre hay una luz que encender que nos permite sacar lo mejor de nosotros mismos.

Y por eso tiene un poco de fábula

 No es un ladrillo

No se venderá a peso, ni habrá que llevarlo a casa en carretillo, o servirá como arma arrojadiza de defensa personal. En definitiva,  que no tiene  quinientas páginas.

Es una de esas historias que se puede leer de un tirón (o dos o tres)

Tiene ciento setenta y cuatro páginas. Ojo, que sé de quién se lo ha leído de una sentada hasta las tantas de la madrugada.

Espero que la próxima vez que os escriba, ya tenga “Más allá de la Luz”  en mis manos, y falte menos para que el que quiera, pueda pesarlo.

Nos vemos.

Pequeños hitos en la vida de un aspirante a escritor

El día que comienzas a escribir la novela

No tengo ni idea del día que empecé a escribir Más allá de la Luz. Así que supongo que fue un día cualquiera. Sí recuerdo el año, 2011.

Todavía no tenía un portátil pequeño y malo para mí solita, con lo que me  peleaba por el ordenador familiar. Qué apasionante deporte, ahora olvidado.  Se parecía a la lucha por el mando de la televisión, cada uno estirando de un lado y los canales cambiándose constantemente…

Confieso que ganaba pocas veces. Menudo cargo de conciencia si al día siguiente el niño no llevaba hechos los deberes. Explícale tú a un crío que no puede consultar la Wikipedia porque estás escribiendo una novela. ¿Qué estás haciendo qué,  mamá?

La verdad es que podría mirar la fecha  de creación del archivo de word, pero me parece poco literario. Empezamos mal con esto de los hitos.

El día que terminas tu novela

De ese fecha tampoco me acordaba, pero esta vez ha habido suerte, porque lo anoté, hasta la hora:

“Terminado en Teruel, a las 19,18 de una estupenda tarde del 6 de octubre de 2012”.

Así concluí mi novela. Sonriendo como estoy haciendo ahora.

La primera vez que lees tu novela

La dejé reposar, como el arroz en la paella. Se me pasó un poco, más o menos dos meses.

Confieso que me gustó. ¡Menudo alivio!  Incluso me sorprendió, ¿eso lo había escrito yo?

 El día que comienzas a corregir tu novela

De ese momento, ni me acuerdo ni quiero acordarme. Qué espanto. Leerse veinte veces la misma historia, buscando la palabra repetida, la expresión equivocada, el fragmento que hace perder el ritmo y es necesario suprimir.

A ratos sueltos, se me fue otro año, pero podría haber durado una vida entera. No existe el día en que terminas de corregir tu novela.

El día en que decides mandar tu novela a una editorial.

Yo hice una única apuesta. Me costó decidirme casi otro año. Menuda caguetas.

Pero oí hablar de una editorial, humilde, aragonesa, que publicaba para divulgar  la historia y promover la buena literatura. Por amor al arte. Y decidí que era la mía.

Estuve una tarde entera redactando el correo electrónico. Cinco horas. Para once líneas.

Les anexé un capítulo de la novela.

Me contestó el editor, Manuel Baile, casi a vuelta de correo, pidiéndome el manuscrito, y algo de paciencia. Sólo por contestarme, este hombre ya marcó la diferencia.

La noche en que recibes una llamada de esa editorial.

De pronto, pasadas las nueve, suena tu móvil. Es un número desconocido. ¿Qué es lo que piensas?  Otra vez los de Movistar. Y lo normal es no contestar o decirles que no te interesa ninguna oferta.

Menos mal que fui civilizada. Llamaban de la editorial Comuniter, era Aurelio Esteban.  Me entró la risa floja, se debió de pensar que era tonta.

Me dijo que le había gustado mucho mi novela.  Que estaba bien escrita, y enganchaba a la primera. Que la habían seleccionado para su nueva colección de narrativa. No tenía nada que modificar, les había encantado tal como era.

Menudo momentazo.

Igual le pillé borracho aquella noche, o por lo menos, despistado. Pero esa conversación es verídica. Y aunque me estampe, eso que me queda.

El día que tienes a tu criatura en las manos.

Pues aún no ha llegado tan importante fecha, se me está retrasando el parto. Estarán los quirófanos ocupados.

Y ya sabéis lo que es esto. Cuando sales de cuentas… Nervios por todos lados.

Como soñar es gratis, yo ya me había imaginado en el stand de la feria del libro el 23 de abril, preparada para firmar ejemplares, viendo la  fila de lectores… en el puesto de al lado. Bueno, espero que mi madre se hubiera quedado un buen rato haciendo bulto, sirviendo de gancho.

Ya os iré contando.